OTOÑO 2017
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Decidí que iría a EEUU para estudiar la universidad al comienzo de mi último año de bachillerato.
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Preparé exámenes y solicitudes por mi cuenta y a contrarreloj, mientras entrenaba con normalidad.
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Entré en Stanford, fui medalla de oro en el campeonato europeo juvenil de remo un par de meses después.
Independientemente del resultado, apostar por mi futuro como lo hice fue una tremenda experiencia de crecimiento y extremadamente gratificante . No hace falta decir que entrar a Stanford meses después fue increíble. En lo que respecta al europeo, logré ganar el campeonato.
Aparte de estar sumamente motivada, sentí gran confianza por parte de mis profesores. Parecía que todos estábamos decididos a llevar a alguien de mi instituto a Stanford.
Mayo
Si quieres algo que nunca has tenido, debes estar dispuesto a hacer algo que nunca has hecho
– Anónimo
Durante mi primer año de bachillerato, noté que algunas universidades tenían interés en que estudiase con ellos. Sin embargo, no me resultaba atractivo en ese momento y tampoco era algo común en mi instituto. Al darme cuenta de la increíble oportunidad que tenía de recibir una educación de clase mundial a la vez que entrenaba con uno de los mejores equipos universitarios de remo, no me lo pensé dos veces. Desafortunadamente, comencé muy tarde comparado con otros y tenía el tiempo justo en este proceso tan desconocido. Tenía muchas cosas que preparar.
Junio
Como resultado, el profesorado me dio un voto de confianza y dejé de lado las tareas del instituto para darle la máxima prioridad a la preparación del SAT, TOEFL y redacciones. Me dieron permiso completo para saltarme clases, tareas y exámenes. Me volvería a centrar en las clases del instituto una vez terminase con eso. Me hice un programa para estudiar estos exámenes a través de libros de preparación y pruebas de práctica. Mientras tanto, seguí entrenando regularmente. La vista estaba puesta en los campeonatos de Europa de remo en mayo.
Octubre - Diciembre
La mayoría de mis profesores en el instituto no sabían que yo remaba, y menos aún que el remo era un deporte (dato curioso, yo no sabía qué era el día antes de remar por primera vez). Tampoco estaban familiarizados con el proceso, así que cuando le pregunté a una de mis profesoras favoritas si podía escribirme una carta de recomendación, se echó a reír.
Estaré eternamente agradecida de que, en lugar de simplemente escribirla como le pedí, profundizó en el sistema de admisiones y mostró un gran interés en ayudarme.